Anoche se me mezcló en sueños el calor de tu espalda, el color de la oscuridad y el olor de tu respiración pausada. De tu aliento más profundo. Sé que sabía a ti, como todas las cosas que empiezan con tu nombre. Y, en tu nombre, sé que inventé un suspiro. Y creo que en algún momento puede que te susurrara algo al oído, entre vuelta y vuelta del colchón al techo y del techo a ti. A tu cielo. Puede que sí, que los días se me vuelvan grises casualmente cuando no estás y te echo de menos. Llueve. Lo sé porque te miro por la ventana, aunque no estés ahí. Y me mojo. Y de repente caigo en que ese susurro llevaba encerrado un siempre, dentro de un nunca, detrás de cada letra que no oí. Y le echo la culpa al sueño. Y me río. Te pinto azul. Nos mezclo cada noche que te escribo.
dilluns, 22 de setembre del 2008
Still dreaming
Anoche se me mezcló en sueños el calor de tu espalda, el color de la oscuridad y el olor de tu respiración pausada. De tu aliento más profundo. Sé que sabía a ti, como todas las cosas que empiezan con tu nombre. Y, en tu nombre, sé que inventé un suspiro. Y creo que en algún momento puede que te susurrara algo al oído, entre vuelta y vuelta del colchón al techo y del techo a ti. A tu cielo. Puede que sí, que los días se me vuelvan grises casualmente cuando no estás y te echo de menos. Llueve. Lo sé porque te miro por la ventana, aunque no estés ahí. Y me mojo. Y de repente caigo en que ese susurro llevaba encerrado un siempre, dentro de un nunca, detrás de cada letra que no oí. Y le echo la culpa al sueño. Y me río. Te pinto azul. Nos mezclo cada noche que te escribo.
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