Yo no sé cómo fue ni cuando. Yo no sé qué palabras. Yo no sé qué miradas. Yo no sé qué ha pasado. Yo no sé cuánta luz o cuántas luces. Yo no sé hasta dónde alcanzará para ver claro (y no me importa).
Un día una luz se enciende tenue sobre la escena de tu vida y tú no sabes que ha empezado el primer acto. Pero tienes que escribir el guión. Y yo no sé si hay telón, si nos están cegando.
Yo no sabía si necesitaba tiempo (para acostumbrarme a esta luz) o besos (para cerrar los ojos un rato). Esa luz que parpadeaba demasiado... y ni siquiera sabía si quería (podía) arreglarla. O apagarla. O alejarme. O taparla contigo o conmigo. Yo no sabía apenas si era luz o destello. O estrella.
Yo sólo sé que quiero transitivar tu verbo. Personalizarlo. Complementarlo con mi verbo. Porque están demasiado solos (lejos) en esta frase tan subordinada. Y que las nuevas luces siempre te (a)traen un nuevo camino.
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