dijous, 28 de febrer del 2013

Pasan los días

Pasan los días. Diferentes, distraídos, alocados. Todavía no he movido uno sólo de tus recuerdos, tan sólo los ignoro. Aunque es difícil. Ahí están todas las cosas que dejaste atrás, y seguirán estando, y no pienso borrarlas sino convivir con ellas. Como convives con el tiempo, aunque te susurre a menudo ese tic-tac contrarreloj y te marque el calendario a fuego. No me quedan cajas de cartón donde apartarte de la memoria, ni sótano frío donde olvidar las palabras, ni sitio en la habitación de la entrada para más besos viejos. Y no quiero hacerlo.
No aún, al menos. Seguramente soy esa loca que pretende esperar a que algo vuelva, a que todo siga igual y en su sitio y a olvidar el vacío temporal. O quizá es porque aún te quiero. Cada cinco minutos tengo una idea nueva en la cabeza, pero la mayoría del tiempo solamente vivo. Muchas veces me divierto, sonrío, río y digo tonterías, admiro Barcelona, sueño, pienso, creo. Muchas veces soy yo y sí, a veces estoy triste. Pero me alegra ver que muchas veces soy yo y que aún me recuerdo ser feliz. Busco ser feliz. Ansío serlo contigo y me mata la impaciencia. Por eso, por ahora, nos mantendremos al margen. Aunque escriba tu nombre en cada margen de la libreta.