miércoles, 15 de enero de 2025

Mentiras piadosas (o cuando los sapos bailen flamenco)

 

Aún está guardado el último mensaje que nos escribimos. Yo te pregunté si querías que nos siguiéramos hablando y tú respondiste que mejor no. 

"Todavía no. Pronto, pero todavía no."

Ya entonces presentí que eso no iba a pasar. Era la primera vez que sentía que me estabas mintiendo, ahí comprendí lo muy lejos que estábamos ya el uno del otro. Aún así quise creérmelo por ti, porque tú creyeras que me habías mentido bien. Que nos volveríamos a hablar pronto. Quizá incluso algún día fueras tú quien me hablaras. 

Nunca más volví a saber de ti.




Con un 'adiós', con un 'te quiero' 

y con mis labios en tus dedos 

para no pronunciar las palabras que dan tanto miedo

te vas y te pierdo.


Me alegra tanto escuchar tus promesas mientras te alejas ...

saber que piensas volver algún día

cuando los sapos bailen flamenco.

 

jueves, 9 de enero de 2025

Me olvidarás (u ojalá poder ser como tú)

 

Te dije "me olvidarás" entre sollozos y tú dijiste que era imposible, que siempre sería una parte importante y bonita de tu vida. Pero yo sabía que me olvidarías algún día y que ya no recordarías que me cantabas Ya no me acuerdo con tu guitarra en tu habitación. Que de repente como dice la canción: "vas echando de más lo que un día echaste de menos, y yo que culpa tengo si ya no me acuerdo...

Lo que me rompía en pedazos no sé si era el hecho de pensar que me olvidarías o de tener la certeza de saber que yo nunca podría hacerlo. 

Creo que te tenía muchísima envidia porque yo sí que me acuerdo...

de cómo tocaban mis dedos,

de lo que sentía,

de tus ojos,

del día que dejamos de vernos,

de tu risa,

de tu prisa por darme un beso,

de tu camisa (la de cuadros marrones o la negra),

de la rumba en las carpas de verano...

Sí que me acuerdo.


domingo, 5 de enero de 2025

Mascletá (o mi corazón en ruinas)

 

Tú hablabas de ella y yo hablaba de nosotros dos.


Ya está, esa frase podría bien ser todo este texto. Todo el mundo entendería perfectamente a qué me refiero. Resume perfectamente la conversación que tuvimos en mi sofá.

Viniste a hablar conmigo y me enteré de que te estabas enamorando de otra persona. Aunque solo me dijiste "creo que me gusta otra chica". Pero no dejabas de hablar de ella. Y yo solo quería saber qué había pasado entre nosotros dos. No quería saber nada de ella, no quería conocerla ni saber cómo era. Pero sobre todo no quería saber cómo de diferente a mi era. 

Lo que sí quería saber era si aún me querías. Me dijiste que sí, claro que sí. Pero también me dijiste todas las cosas que no te gustaban tanto de mi y resonaron en mi cabeza cono una metralleta. Como si prepararan una mascletá. Como si una ristra de adjetivos colgaran del techo y amenazaran con pesar demasiado y traer las ruinas. De repente todo era cemento. Cementerio. Gris. Sin embargo, cuando hablabas de ella era como si fuera delicado vidrio que pudieras soplar a tu antojo y luego pintar de múltiples colores.

Seguimos caminando juntos durante varios días y yo te di la mano, sonriendo, confiando en ti como siempre. Como si siempre te hubiera conocido. 

Dos meses después me dejaste. Sin mirar atrás. En ruinas.