No poder llevarte al mar y decirte:
somos agua,
de aquí venimos y aquí moriremos,
como agua nos fundimos, como olas nos estrellamos.
Eres mi mar salado,
yo soy tu roca, tu espuma, tu estrella de mar.
Soy ese náufrago que se perdió esperando poder amarrarse en tu puerto toda la vida, pero llegó la gran tormenta en el peor invierno. Porque la tormenta siempre llega, aunque no quieras.
Y yo no digo que no tenga que venir, pero ojalá no hubiera sido en este momento. Ojalá hubiera escogido una primavera, tal vez un verano, qué se yo. Otro lugar...
Un lugar en el que poder cogerte de la mano y decirte:
crecerán de nuevo todas las cosas bellas porque el mundo es cíclico
y volveremos a ser y a sentir y a reír y sé
que aprenderemos de esto y sé
que somos nosotros también parte de esta tormenta
y podremos fluir con ella,
bajar el río con ella
y llegar al mar
y volver a encontrarnos en la orilla en la que te dije que sí, me gustas muchísimo.