A veces no se me acaban de terminar bien los versos. Como la sierra que termina en un gran acantilado. Como el río que desemboca en otro río. Como la lágrima que nadie verá. Y es que nadie dijo que la poesía fuera fácil, aunque sí bella. Tiene esa obligación. Serlo. Incluso sería mucho mejor si rimara. Y la poesía, que tiene nombre de mujer, se siente tan azorada, tan cobarde si no la miman... Y no puede terminarse, aunque vaya a morir. Poesía terminal.
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