Levedad. Voy soltando lastre. Voy regalándote pedacitos de mi yo más oscuro, a veces. Cruel. Como una estrategia clara. Voy temiendo miedo. Soy yo y por fin (casi) puedes tocarme. Porque yo no te toco.
Empiezo a entender de esas manos, porque saben. Han recorrido ya todas las curvas pero siempre andan con el mismo cuidado descaro. Y qué sé yo, apaciguan. Hacen creer cosas. Aunque tenga pánico a mis lágrimas... creo poder reir contigo. Sentir contigo. Sentarme contigo a ver el mar, a escuchar las olas. Las que vienen y van, las que rompen, las que erosionan. Creo poder ser menos brava. Creo poder ser calma. Creo poder. Querer. Quiero.
Quiero centrarme en esa risa. En ese gesto, en esas pequeñas arrugas en los ojos. Quiero sentir tus manos en mi espalda. Quiero saber que puedo, que somos, que soy. Aunque a veces vuelvan a acecharme los fantasmas. Aunque duelan. Yo sé que están muertos. Una vez más, quiero lanzarme de cabeza a este agua.