dilluns, 27 d’abril del 2009

Quiero


Que me gaste yo la vida devorando
cada pensamiento tuyo, cada paso.
Que se borren tus lunares y aparezcan en reemplazo
dibujados en tu cuerpo cada beso, cada abrazo.

Y ahora que estas aquí
yo de nuevo soy feliz...
pude entender qué eras para mí.

Déjame quererte tanto que te seques con mi llanto,
que se nuble cada cielo y que llueva hasta hacer charcos.

Déjame besarte tanto hasta que quedes sin aliento
y abrazarte con tal fuerza que te parta hasta los huesos.

Y ahora que estas aquí
yo de nuevo soy feliz...
pude entender qué eras para mí.

Quiero excerderme, perserguirte, pretenderte,
quiero amarte noche y día,
quiero gastarme la vida.

Quiero amarrarte a mis sesenta de cintura,
llevarte como un tatuaje,
quiero perder la cordura...



Si el peix es mossega la cua...


Sempre la mateixa carícia i sempre el mateix calfred.
De vegades la vida et regala el mateix moment
un milió i mig més de vegades
només perquè el primer valia la pena.
No trenquis tu la cadena,
comença per la carícia.

dilluns, 20 d’abril del 2009

Dualidades


Los buenos días. Los buenos días son aquellos en que soy capaz de sonreír por encima de todo. A pesar de los charcos en el suelo, las palabras envenenadas, las horas sin reloj, los trenes que pasan de largo, las puñaladas, los atascos, el grito, el llanto, la fría soledad. Los buenos días no tendrían, sin embargo, ningún sentido sin los otros días. Los malos días son los que me hacen soñar, reflexionar, pensarte, mirar a lo lejos. Los malos días son, aún así, mejores que los peores. Pero sin esos otros días, los buenos sólo serían días. Serían rutina. Serían caminar sin ningún rumbo. Sin ningún sentido.
Apareces así, sencillo y dulce. Me dices lo que quiera que hoy tengas en ti. Quizás un gesto, una mirada, un abrazo muy fuerte. Muy largo. Quizás una sonrisa. A veces una risa que me mata. Incluso a veces poco, casi nada. Y no importa porque yo me lo quedo todo de ti. Desde el tacto de tus manos hasta una palabra equivocada. Me quedo con el oscuro de tus ojos, con la sombra gris, con lo húmedo también. Me quedo contigo y, si me quedo, es porque no quiero estar sin ti.

dilluns, 13 d’abril del 2009

¿Sueñan las chicas como yo con algodones de azúcar?

Los sueños son para los idiotas. La gente sin valor. Las películas románticas. Los dramas perfectos. Me gusta cuando hablas de mí como si fuera a cambiar el mundo, como si ya lo hubiera hecho. Como si no hubiera esfuerzo en pasar de una palabra a un hecho tan concreto. Yo, que parezco un muro de hormigón, no soy más que una hormiga intentando alcanzar el otro lado del muro. Muchas veces tengo miedo, muchas veces dudo y no soy yo, me quedo en medio. Medio confusa, medio cobarde, visiblemente superada. Pero todo pasa y algo queda, y lo que quedó fui yo y mis ganas. Aunque no creyera que fuera a creer tan pronto en cosas que ya había olvidado. Que había aprendido, a golpes, a olvidar. Ya ni siquiera pienso que de esta igual nos morimos... Me gusta pausar tu ritmo, escuchar tu mirada, poner la mano en tu pecho, desordenar la casa. Deshacer el tiempo, enredar las sábanas, invertir los días en el calendario. Maldecir la lluvia a ratos, dejar de escuchar las gotas chocando contra el cristal de la ventana. Chocar tu cuerpo contra mi cuerpo. Chocar de nuevo con el mañana. Por la mañana. Despertar. Despertarme con tus labios en mis labios. Con una mano caliente en la piel. Marear un café frente a tus sueños y enlazarlos con los míos. Montar un puzzle de ti y de mí. Curarme luego, lentamente, de esa sobredosis de azúcar con la risa, con la rabia, con la espera de este mundo. Cambiar de contexto. ¿Nunca has soñado con vivir? A mí me ha dado por vivir persiguiendo sueños y siempre voy corriendo. Sin embargo, ahora sí tengo tiempo de mirarnos en el espejo, de escribir algo cursi, de volver a casa despacio y bajo la lluvia, mojándome el pelo con una sonrisa. De perder las horas mirándote embobada. De depilar mis piernas cada mañana... Y un motivo dulce.