dijous, 26 de febrer del 2009

dimarts, 10 de febrer del 2009

Something about us


Antes de conocerte el mundo era plano... quizá por eso era tan difícil ver el final de las cosas, mirar a lo lejos, ir cuesta abajo en bicicleta. En un chasquido de dedos ávidos de piel caliente, todo se recompuso y algunas cosas quedaron boca abajo. Otras, simplemente, se volvieron más alegres. Más sencillas. Azules, como el mar y tu risa. Algo cambió y algo tembló en un escalofrío. De esos que se quedan grabados.
De repente un día caes en la cuenta de que nada es igual, y que sonríes. Sonríes porque no puedes dejar de ver el lado bonito de las cosas. Que no puedes dejar de pensar en cada instante de ternura, de mirada, de risa tonta, de manos sencillas. Todo te parecía una locura... ¿y qué? Seguiste a la tentación hasta el rincón más oscuro. Mentirías si dijeras que no quieres gritarle al mundo que era el rincón más temible y más oscuro, y que ahora es sólo para ti. Que quieres explorarlo lento, descubrirlo lento, disfrutarlo lento, quererlo lento. Que nunca deje de ser oscuro, ni de ser tu rincón. Que no haya resto, ni mundo, ni nada más. Algo se mueve dentro y quieres moverte a su ritmo. Y quieres que sea muy lento. Y a veces, también, quieres que sea tu vida. Toda tu vida. Y si algún día no se mueve, quieres morir de echarlo de menos.
Ese día puede que no sea el mejor, pero es diferente. Es diferente porque sabes que hay algo que deseas, que te araña por dentro, que sabe a locura y besa como si fueras el universo antes de la gran explosión. Como si quisiera explotarte por dentro y ser contigo. Roza tu camino y se hace hueco, y le haces hueco, y lo tiras todo por la borda por ello. Por ese algo. Porque hay algo. Porque algo te dice: hazlo.